Mi pasión por reciclar y por el mar me llevan a realizar viajes inesperados.
El verano pasado, hice unas medusas y otras especies marinas imaginarias reciclando botellas de plástico. Disfruté con los más pequeños de la casa haciendo nuestros animalitos. Cuando estuvieron terminados, en lugar de pescarlos, los capturé en fotografías.
Me apasiona dar una oportunidad a lo que otros ya no valoran. Y las botellas de plástico son una fuente de inspiración.
Una vez publicadas las fotos, muchas personas pidieron los tutoriales.
Me daba pena desprenderme de mis animalitos en el contenedor de los envases de plástico. Así que se quedaron adormecidos en unas bolsas, esperando que pudiera darles una vida diferente.
Siguiendo la estela de mi pasión por el reciclado y por el mar, a menudo se cruza en mi camino Ecoalf, una empresa que se dedica a la creación de moda a partir de material reciclado. Mr. Google sabe lo que me gusta, y me hace llegar su información. El proyecto #Upcyclingtheoceans me tiene enganchada, sigo el trabajo que van realizando. Sabía que los pescadores de mi zona colaboran con ellos. Cuando vuelven a puerto, además de la pesca, también llevan la basura de plástico que, después de una transformación, se convierte en prendas de moda.
Un día escuché por la radio a Juan, el presidente de la Cofradía de pescadores de Calpe, Además de hablar del proyecto de la Fundación Ecoalf, comentó una iniciativa relacionada con la limpieza del fondo del puerto de Calpe. Junto con el Instituto de Ciencias del Mar de la UCV (IMEDMAR), organizaban una jornada colaborativa y solidaria. Un día de convivencia en el que pescadores, estudiantes, profesores, buzos, arqueólogos y amigos sacarían la basura del fondo del puerto.
Me gustó tanto la idea de poder participar, que busqué el teléfono, llamé a Juan, y me invitó. No bucearía, así que tendría que quedarme en tierra firme. Le propuse quedarme con los pescadores seleccionando la basura. Para mí era una ocasión única para conocer el tipo de desecho que hay en los fondos de los puertos.
Me llevé mis seres marinos. Se quedaron atrapados en una red de pescadores, observando cómo salían kilos y kilos de basura. Allí estaban, paralizados, sin moverse, entre el inmenso Peñón de Ifach, el agua, la grúa, los contenedores y nosotros.
Los coloridos animales fueron espectadores de los más de 1.500 kilos de basura que pasaron por delante de su red. La mayor parte eran ruedas, contenedores, incluso algunos motores. También sacaron muchos envases. Mis animalitos y yo nos quedamos con ganas de ver los tres cañones que descubrieron los buzos. Pero estas piezas arqueológicas se tendrán que quedar sumergidas en el fondo del puerto, esperando otra oportunidad para ser rescatados.
Entre tanda y tanda de material, los chavales y yo tuvimos tiempo para charlar y reír. Me había llevado el maletín con mis cosas y mis herramientas. Comencé a hacer colgantes con piedras, caracolas y pequeños vidrios, como los que he hecho en otras ocasiones. Así, ellos se podrían llevar un recuerdo de un día tan entrañable. También muchos de los que se nos acercaban se llevaban su pequeño trofeo.
Me decepcionó no poder ser creativa con la mayor parte del material que salió del fondo del puerto. No me inspiraron nada especial. Habitualmente, las conchas, las caracolas y los vidrios del mar, me parecen piezas extraordinarias. Para mí, son como joyas. Tienen una historia, una vida pulida por el mar. Sin embargo, casi toda la basura que salió, me resultó sucia. Su vida en el mar había sido sepultada y oscurecida por el tarquín.
Estas caracolas las reservé para mí. Sabia que me vendrían bien para hacer algunos ejercicios del curso de Pepe Gimeno sobre las Leyes de Percepción Visual.
Una vez terminado el trabajo de limpieza, llegó el momento de la convivencia. Todos los asistentes fuimos invitados a comer en la lonja de los pescadores. Estábamos sentados en torno a las mesas contando nuestras experiencias. Organizadores, profesores, buzos, pescadores y voluntarios pudimos disfrutar de una excelente comida en un lugar excepcional.
Acabada la comida, llegó el momento de recoger. Mis medusas no querían irse. Estaban atrapadas en la red. Era como si me pidieran quedarse.
En el edificio de IMEDMAR del puerto de Calpe hay un arrecife hecho con botellas de plástico. Estas medusas se parecen mucho a las mías.
Descolgué la red, y dejé mis seres marinos soñados junto al arrecife del Instituto.
No sé qué futuro les espera, primero tuvieron una vida como botellas de plástico, después se convirtieron en musas inspiradoras, una tarde de verano nos permitieron pasar unos ratos entrañables con los pequeños, llegaron a ser las estrellas de mi cámara de fotos, se pasearon por internet, alguna se quedó inmortalizada en una exposición, el último viaje conmigo lo hicieron al puerto de Calpe, allí disfrutaron de un espectáculo al aire libre…
Ahora están cerca del mar, creyéndose que tienen vida, y esperando su próxima aventura.
Espero que te haya gustado este viaje. Si conoces alguna iniciativa con el reciclado, me encantará conocerla y poder participar.
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