Siguiendo con la serie «Visto por Reciclado Creativo», me hace ilusión compartir estos botes de cristal. Cuando era pequeña, formaban parte de la decoración de las pastelerías y de los hornos de mi barrio. Dentro había caramelos y dulces exquisitos para una niña como yo. Eran unos objetos preciosos, se podían apilar hasta convertirse en un precioso mosaico de colores. Por el lado de los clientes, era como un cuadro de un artista goloso. Por el lado de la dependienta, una rosca abría tesoros para mí.
Hoy en día ya no quedan, o por lo menos yo ya no los veo. En esta serie de imágenes de cosas que se reutilizan o se reciclan, no quiero que falten estos botes de cristal. Yo los sigo viendo en el Horno de San Bartolomé,. Jesús, el hornero, sigue haciendo pan «de toda la vida», y Ana, su mujer, conoce a todos los vecinos por su nombre, no solamente vende pan, siempre regala una sonrisa a cada cliente.